viernes, 20 de febrero de 2015

Y un día, las lágrimas recorrieron tus mejillas... Estabas aun casi dormida cuando sentiste la humedad en la piel. No reconocías aun apenas que pasaba. Estabas escondida bajo esas sabanas calientes en tu mundo paralelo de sueños. Pero el despertador estaba ya sonando. Lo parabas. Y a los 5min volvía a sonar. Tu mano froto tu cara intentando secar las gotas y abrir los ojos. No había tiempo para eso. El día comenzaba y no hay tiempo para pararse a sentir lágrimas. Ducha, ropa, peine, desayuno, coche… Pero de vez en cuando algo resbalaba por tu mejilla y tú pensabas: - Joder, déjame en paz. Pero las lágrimas no entienden de palabras ni vocabularios. Y la vida no siempre da tiempo a recorrer el camino al ritmo que quisiéramos. Pero ahí estabas. Podías parar y lo sabias. La noche oscura atravesó tu corazón creyendo que al estar dormida no lo sentirías. Pero fueron las vivencias de un tiempo real que volvían al presente sin comprender. Los caminos se pierden, huyen, se esfuman, como la gente, la vida, el amigo y el enemigo. No importa. Y lo sabes. Lo sabes, porque siempre has seguida mirando al frente. Desquebrájate si hace falta porque otra costura más será cicatriz de vida. Y más vale vivir, que vivir muerto. Sigue dejando que tu cuerpo despierte en noches, que tu mente proyecte sueños, que tu corazón se rompa, que tu alma renazca. Sigue dejando que la vida duela, porque con cada dolor das un paso más al frente. No te retires. Mira al sol. Ahí está. Lo ves? Es para ti. Calienta almas perdidas, ilumina caminos desconocidos, da fuerza al débil y armonía al fuerte. Con él, el Cóndor se convierte en cenizas, en su despertar arrima la fuerza de la cumbre del Machupichu y logra que el sentido del renacer vuelva a ti. Que tu piel se estremezca de nuevo al contacto con el otro, que en la soledad del infierno veas las estrellas del cielo. Porque tras el Machupichu las cordilleras se elevan sin cesar, sabiendo que el cielo nunca fue frontera.

sábado, 7 de febrero de 2015

Aqui os dejo un articulo con unas pistas basicas sobre COMO EXPLICAR A UN NIÑO LA MUERTE
A menudo evitamos la palabra muerte en nuestro vocabulario. Cada vez más parece que es una palabra tabú, que nos trae dolor, nos arrebata el corazón y nos asusta. Los niños, como bien sabemos son esponjas y no solo de las palabras sino de las acciones y más importante aún, de las emociones. Los niños perciben perfectamente como evitamos y nos incomodamos ante la palabra muerte o ante sus preguntas sobre la misma. Realmente ellos lo hacen con naturalidad, con curiosidad, con ganas de saber y aprender a lo que enfrentarse, sin embargo nosotros lo cubrimos de un halo de misterio, angustia y ocultamiento que hace mucho más trágico el hecho en sí. Con esto no quiero decir que sea fácil afrontarlo, pero si debemos ser consciente que es un tema cultural. Antiguamente, nuestros propios antepasados no muy lejanos vivían de cerca la muerte. Los muertos estaban en casa mientras las familias venían a dar las condolencias, los niños jugaban entre el ataúd, en otras cultura se celebra un gran comida de despedida y existen multitud de rituales celebraciones en torno a la muerte o al muerto que no le dan el toque dramático que tenemos nosotros actualmente. Con esto no quiero juzgarlo, sino tomar consciencia de que ésta, es la situación actual. Y con ello ver los caminos para trasladar a los niños el fallecimiento de alguien cercano o aclarar sus preguntas al respecto. Es evidente que trasladamos nuestra propia ansiedad sobre la muerte y la enfermedad a los niños y es en uno de los temas que nos volvemos locos dando respuestas complejas, recargadas y en muchos casos llenas de mentiras con el fin de proteger a nuestros hijos. Sé que el fin que perseguirnos es que nuestros hijos no sufran y sientan que siempre vamos a estar a su lado. Pero cuando nos preguntan: - ¿Qué edad tiene la gente cuando se muere? - Tú no te vas a morir verdad? - O ayer mi propio hijo de 6 años, ¿porque la gente se muere cuando es mayor? Aunque no lo expliquemos la muerte forma parte de los niños porque forma parte de la vida. Aunque no sepan el concepto más profundo de la palabra si les escuchamos jugar te darás cuenta que si comprenden lo que la muerte significa. - He matado al soldado y ahora el castillo es mío¡¡ - El barco se hundió y todos los piratas murieron. Y así cientos de expresiones, porque en realidad la muerte está en los cuentos, en los dibujos, en las películas. Es innato al Ser Humano, por ello, desde pequeños nos sale el instinto natural de la supervivencia. Cuando evitamos responder a las preguntas que los niños nos hacen, lo que les generamos es mayor ansiedad, porque ante el desconocimiento a un hecho que le produce curiosidad, el niño comienza a imaginarse y crear sus propias teorías. Y serán teorías contadas por otros niños, por películas, o por su propia imaginación. Con lo que le pueden crear más ansiedad. Así pues desde pequeños hay que ir tratando con naturalidad y acercándoles el concepto de muerte. Evidentemente cada etapa y ciclo de vida se enfocará de un modo, adaptado a su edad y evolución personal, pero siempre desde la verdad. Lo más importante no es que nosotros contemos, sino dejar que ellos hablen, que nos cuentan que es para ellos la muerte, que entienden, que les preocupa, que liberen sus fantasías y temores. Y así poco a poco ir asumiendo el aspecto emocional de la muerte. Por ello cuando el niño pregunta: – mama, tú también te vas a morir. Puede ser igual de dañino decir un Sí rotundo que un –Yo siempre voy a estar a tu lado. No es necesario decir un Si duro y agresivo para que el niño entienda, que la vida es vida y es muerte, y el crecerá y mama también, e igual que los animales y las plantas todas las personas se mueren. Cuando el niño hace esta pregunta su preocupación real es quien le va a cuidar y si se va a quedar solo. Con lo cual, según la edad y madurez del niño, habrá que explicarle que el crecerá y se hará mayor y vivirá solo, que mama también se hará mayor y viejecita, que para eso aún falta mucho, pero que realmente todas las personas se mueren. Lo más difícil para los niños y en realidad para los adultos de comprender es que la muerte es irreversible. No hay vuelta atrás. También es importante que comprendan que la muerte supone un no funcionamiento de los órganos y funciones vitales. Muchas veces preguntan: -El abuelo no se ha llevado el abrigo, tendrá frio. Este tipo de comentarios que tanto nos enternece, en realidad están generando angustia en el niño. Porque esta pregunta la verbaliza, pero muchas otras del mismo estilo no lo hace y están rondando su cabecita. Por ello es importante dejar claros algunos conceptos. - Todas las personas mayores se mueren. - Personas muy muy muy enfermas a veces a también - La muerte es irreversible - Una vez fallecen no siente, no comen, no tienen frio. No funcionan sus órganos vitales. “A los niños pequeños (más o menos hasta los 8 ó 9 años) les puede resultar aún más duro el proceso de asimilación de la perdida al no entender por completo lo que la muerte significa, sus temores, sus fantasías y su propio mundo emocional campana sus anchas, angustiando al niño y pudiendo complicar su proceso de duelo, si no hay un adulto que le ayude y le clarifique”. FMLC Según se van haciendo mayores, y llegan a los 10 años aprox. Van comprendiendo el concepto de muerte y ahora necesitan más explicaciones “científicas” sobre el hecho. En esta etapa les ayuda que compartamos con ellos nuestros sentimientos, les hablemos de la experiencia del duelo. Incluso según el niño, puede ser positivo que participe en los ritos funerarios, igual quieren sentir que se despiden. Nos van a ver sufrir, pero ya es el momento de ir descubriendo que la muerte tiene su parte triste. Ya en la adolescencia, tiene plena consciencia de lo que significa la muerte, entienden lo que ello significa y están en una etapa de su vida de mayor vulnerabilidad y alteración emocional, con lo que todo les puede afectar de gran manera. Tendrán sus fantasías, creencias y dudas sobre la muerte y es importante que les demos espacio para hablar y para escucharles. Dejemos que nos transmitan que opinan ellos, que sienten o que creen. En algunos casos el adolescente reacciona ante la muerte de un ser cercano defendiendo su inmortalidad, poniéndose en situaciones de riesgos creyendo que a él no le va a pasar nada. Puede también empezar a sufrir bastante ansiedad por verse superado ante una situación que si bien comprende con la razón, no le parece lógica, ni con sentido. Si es un familiar muy cercano puede sentir el miedo ante el que va a ocurrir ahora. La incertidumbre. Habitualmente se recomienda incorporar al adolescente en los ritos de despedida, de este modo se sienten parte activa e integrada de la familia. Son tenidos en cuenta. Les apoyamos y nos apoyamos en ellos. Tanto los niños como los adolescentes deben saber siempre la verdad de lo sucedido, pero esta verdad debe abordarse en función de la capacidad cognitiva y emocional que el niño posea para poder comprenderla e integrarla. Y si a veces no tenemos la respuesta, no importa. Cuando un papa ha tenido un accidente y nos pregunta –porque ha sido papa? Nosotros mismos no tenemos la respuesta. No importa. Le diremos que no lo sabemos, que las cosas a veces no las podemos controlar. En estos casos tan cercanos siempre hay que dejar claro que él no tiene la culpa y que otros familiares estarán cerca para cuidarle. Sé que son momentos difíciles siempre para todos. Estamos educados en vivenciar la muerte a través del dolor y del sufrimiento. Y duele el sentido de irreversibilidad de la muerte. Los niños, son personitas, pequeñas, pero no tontas. A los que tenemos que cuidar pero no híper proteger. Cuidémosles pero no les háganos vivir en el interior de una burbuja porque el sufrimiento que le evitamos hoy lo tendrá mañana. Seamos sinceros, y conscientes. Seamos maduros y escuchemos a nuestros hijos. Dejemos que hablen, compartamos y acariciemos. Y si en algún momento me necesitáis…aquí estaré… Un fuerte abrazo Sabina Pera e-mail sabina.pera@terapia-familiar.es www.sabina.pera@terapia-familiar.es